Cuento: El otoño de las hojas doradas de color amarillo
El otoño de las hojas doradas de color amarillo
Érase una vez, en un bosque encantado con hojas doradas de color amarillo, estaba en otoño un árbol llamado Roble.
Roble era un árbol grande y majestuoso que había vivido allí por muchos años.
Era tan viejo que sus ramas eran como arrugas en su piel de corteza. Sus hojas eran verdes y vibrantes durante la primavera y el verano, pero cuando llegaba el otoño, todo el bosque se llenaba de color, y Roble se convertía en el rey del bosque.
Una mañana de otoño, Roble se despertó y sintió que algo extraño estaba sucediendo en su interior. Se miró y vio que sus hojas habían comenzado a cambiar de color, pasando del verde al amarillo y al rojo. Estaba asombrado y un poco confundido, así que preguntó a sus amigos del bosque, el Zorro y el Conejo, qué estaba sucediendo.
“Estás experimentando el cambio de estación, mi querido amigo”, le explicó el Zorro. “Es la temporada de otoño, cuando las hojas cambian de color y caen de los árboles. Es algo muy especial que ocurre cada año”.
Roble estaba emocionado por lo que estaba por venir, así que decidió disfrutar de cada momento. Se preparó para que sus hojas doradas cayeran del árbol, llenando el suelo del bosque con un hermoso tapete.
Un día, mientras Roble estaba disfrutando del paisaje otoñal, notó que una de sus ramas estaba a punto de romperse. El viento frío del otoño la había debilitado. Roble estaba preocupado y asustado, así que decidió pedir ayuda.
“Por favor, amigos del bosque, necesito su ayuda. Mi rama está a punto de romperse y temo que me quede sin hojas de un lado”, pidió Roble.
Sin dudarlo, Conejo y Zorro corrieron a ayudar a Roble. Juntos, trabajaron duro para reforzar la rama y evitar que se rompiera. Cuando terminaron, Roble estaba muy agradecido y les prometió que siempre estaría allí para ayudarlos cuando lo necesitaran.
Los días pasaron, y las hojas doradas de Roble comenzaron a caer del árbol, creando un hermoso paisaje de colores en el bosque. Los amigos de Roble se divertían saltando en las hojas y disfrutando del otoño.
Finalmente, llegó el momento en que todas las hojas de Roble habían caído. El árbol parecía desnudo y un poco triste, pero sabía que esto era parte del ciclo natural de la vida. Miró a su alrededor y vio que todos los árboles del bosque estaban desnudos también, y que pronto llegaría el invierno.
Roble recordó lo que sucedió la última vez que llegó el invierno, y decidió hacer algo especial para sus amigos del bosque. Así que llamó a su amigo el búho sabio y le pidió ayuda.
Juntos, construyeron pequeñas casas de hojas y ramas para proteger a los animales del bosque del frío invierno que se acercaba. A medida que pasaban los días, el otoño dejaba ver su magia. Los árboles se transformaban en un manto de colores cálidos, con tonos amarillos, naranjas y rojos que pintaban el paisaje. El suelo se cubría con hojas secas que crujían al pisarlas.
La ardilla, la comadreja y el erizo disfrutaban de esta época del año y se dedicaban a recoger las nueces que caían de los árboles. La ardilla se encargaba de almacenarlas en su madriguera, mientras que la comadreja y el erizo las comían directamente.
Un día, mientras jugaban en el bosque, se encontraron con un grupo de pájaros migratorios que se preparaban para emprender su viaje hacia el sur. La ardilla, curiosa, les preguntó por qué se iban. “Nos vamos porque el invierno se acerca y no podemos soportar el frío”, respondió el pájaro más viejo.
Los animales del bosque se sintieron tristes al saber que los pájaros se iban, pero al mismo tiempo se preguntaron cómo podrían ayudarlos. Entonces, la ardilla tuvo una idea: “Podemos construirles un refugio para que se queden aquí durante el invierno”.
Todos los animales del bosque se pusieron manos a la obra. Recogieron hojas, ramas y hierba seca para construir una casa lo suficientemente grande para los pájaros. Cuando terminaron, la casa estaba llena de pequeños nidos acogedores.
Los pájaros agradecieron a los animales del bosque su generosidad y se quedaron en la casa durante todo el invierno. Cuando la primavera llegó, los pájaros migratorios se despidieron de sus amigos y emprendieron su viaje de regreso al norte.
Los animales del bosque se sintieron felices y orgullosos de haber ayudado a los pájaros. Sabían que, aunque eran diferentes, todos podían vivir en armonía y ayudarse mutuamente.
Moraleja: La cooperación y la ayuda pueden hacer la diferencia en el mundo, incluso entre los seres más diferentes. Todos podemos aprender a convivir y a ayudarnos unos a otros, independientemente de nuestras diferencias.
y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Abraham cuentacuentos.
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