El viaje del elefante y la nube de algodón
El viaje del elefante y la nube de algodón
Había una vez, en la vasta sabana africana, un elefantito llamado Ernesto. Ernesto era un pequeño elefante de piel gris brillante, con orejas tan grandes como hojas de banano, y una trompa que le permitía explorar el mundo a su alrededor. Ernesto era curioso y aventurero, pero también sabía que su familia era su fortaleza.
Una tarde, mientras el sol se ocultaba tras las montañas, Ernesto observó algo extraño en el cielo. Una nube blanca y esponjosa que parecía estar perdiendo su rumbo. Esta nube era diferente, tenía un destello especial y parecía danzar al compás del viento. Sin pensarlo dos veces, Ernesto decidió seguir la nube misteriosa.
La nube, llamada Niebla, había perdido a su familia de nubes durante una tormenta. Niebla era suave y alegre, pero también un poquito despistada, lo que la hacía aún más encantadora. Mientras flotaba sin rumbo, vio a Ernesto caminando a lo lejos y entonces decidió bajar un poco para saludarlo.
“Hola, pequeño elefante. ¿Podrías ayudarme? He perdido a mi familia,” dijo Niebla con una voz tan dulce que parecía música.
Ernesto agitó su trompa entusiasmado. “Claro que sí, Niebla. Yo te ayudaré. Juntos encontraremos a tu familia de nubes.”
Así, comenzó la travesía de Niebla y Ernesto. Encuentros mágicos y escenarios inimaginables se desplegaban a cada paso. Primero llegaron a un frondoso bosque, donde se encontraron con la sabia tortuga Hortensia. Hortensia tenía un caparazón cubierto de musgo y ojos llenos de historias.
“Hola, Hortensia. Estamos buscando la familia de Niebla. ¿Sabes dónde podríamos encontrarlas?” preguntó Ernesto.
La tortuga sonrió lentamente. “Quizás el búho Sabino pueda ayudarles. Él vive en el árbol más alto del bosque y conoce los secretos del cielo.”
Agradecidos, Niebla y Ernesto se adentraron en el bosque, siguiendo el camino de hojas caídas y el canto de los pájaros. Finalmente, alcanzaron el árbol gigantesco donde vivía Sabino, el búho. Sabino tenía plumas de un marrón profundo, ojos amarillos y una mirada que denotaba sabiduría.
“Buenas noches, Sabino. Estamos en busca de la familia de Niebla. ¿Puedes ayudarnos?” preguntó Ernesto, mirando hacia arriba.
El viejo búho ladeó la cabeza pensativamente. “Claro que sí. Hace poco vi una familia de nubes hacia el norte, más allá de las colinas. Si se apresuran, podrán alcanzarlas antes del amanecer.”
Ernesto y Niebla agradecieron al búho y se dirigieron hacia las colinas. Subieron y bajaron, enfrentando algunos desafíos, como el cruce del río y una ventisca inesperada. Sin embargo, su amistad y determinación los impulsaban a seguir adelante. Una noche, mientras descansaban bajo las estrellas, Niebla supo que estaban cerca, pues sentía la corriente de la familia de nubes en el viento.
Por la mañana, las colinas revelaron un valle hermoso donde el paisaje parecía rozar el cielo. Niebla se elevó en pequeños círculos de felicidad, mientras Ernesto observaba impresionado. De repente, allá en lo alto, vieron una gran nube que parecía iluminar todo a su derredor.
“¡Es mi familia!” gritó Niebla alegremente. Comenzó a ascender por el cielo, pero hizo una pausa y miró a Ernesto con cariño.
“Muchas gracias, querido amigo. Jamás olvidaré nuestra aventura y te llevaré siempre en mi corazón.”
Ernesto sonrió y agitó su trompa en señal de adiós mientras Niebla volaba hacia su familia. Cuando la nube se reunió con los suyos, el cielo brilló con colores nunca antes vistos, una mezcla de rosados, dorados y violetas que anunciaban la alegría del reencuentro.
Ernesto regresó a su hogar en la sabana con un corazón lleno de recuerdos y un nuevo amigo en el cielo. Compartió su historia con su familia y ellos también se sintieron parte de aquella increíble aventura.
Con el paso de los días, cada vez que miraba al cielo y veía una nube brillante y alegre, Ernesto sonreía, recordando a su amiga Niebla y la gran lección que había aprendido sobre la amistad, la perseverancia y la bondad.
Moraleja del cuento “El viaje del elefante y la nube de algodón”
La historia de Ernesto y Niebla nos enseña la importancia de la amistad y la colaboración en los momentos difíciles. No importa cuán grande sea el desafío, con bondad y determinación podemos superar cualquier obstáculo. Además, nos recuerda que ayudar a los demás no solo nos hace fuertes, sino también felices y llenos de amor. Así como Ernesto y Niebla encontraron la felicidad en el viaje, tú también puedes encontrar alegría al ayudar a otros y mantener la esperanza viva en tu corazón.
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