La Mansión del Misterio
En la pequeña ciudad de Almonzar, donde las casas eran tan antiguas como los robles que las rodeaban, se encontraba en la colina más alta, la mansión más grande y antigua de todas: la mansión Zafiro.
Tenía una reputación espeluznante.
Se decía que estaba maldita y que todos los que se atrevían a entrar, nunca volvían.
A pesar de las historias, tres valientes amigos, Lucas, Ana y Martín, decidieron explorar la mansión una tarde.
Armados con linternas y una curiosidad insaciable, se dispusieron a descubrir la verdad detrás de la mansión del misterio.
Se encontraron con una puerta de madera maciza, antigua y llena de marcas de tiempo.
Con un chirrido, la puerta se abrió, revelando la oscuridad del interior.
Con un nudo en el estómago, pero decididos, los tres amigos entraron.
La mansión era como un laberinto, con habitaciones que se ramificaban en todas direcciones.
Cada sala estaba llena de muebles antiguos y cuadros de personas que parecían observarlos desde sus marcos dorados.
Aunque había polvo en todas partes, se podía apreciar la elegancia y riqueza que una vez albergó la mansión.
Después de explorar varias habitaciones, llegaron a la biblioteca.
En el centro de la sala, había un libro grande y antiguo, abierto en una página que mostraba un extraño símbolo.
Mientras Lucas se inclinaba para examinarlo, el libro comenzó a brillar y, de repente, una sombra surgió de sus páginas, tomando la forma de un fantasma.
El fantasma, sin embargo, no era aterrador.
Tenía la apariencia de un anciano amable.
Les explicó que había sido el dueño de la mansión y que había quedado atrapado en el libro por una maldición.
Para liberarlo, necesitaban encontrar tres objetos mágicos escondidos en la mansión: un reloj de oro, una pluma de plata y un diamante azul.
Armados con el conocimiento y la determinación, los amigos emprendieron la búsqueda.
Encontraron el reloj de oro en una torre, oculto dentro de un viejo reloj de cuco.
La pluma de plata estaba escondida en el escritorio del estudio.
El diamante azul fue el más difícil de encontrar, estaba en el sótano de la mansión, protegido por enigmas que los amigos tuvieron que resolver.
Con los tres objetos en su poder, volvieron a la biblioteca.
Colocaron los objetos alrededor del libro y, mientras recitaban las palabras que el fantasma les había enseñado, la luz llenó la sala.
El fantasma sonrió agradecido mientras desaparecía, liberado finalmente de la maldición.
Al salir de la mansión, se dieron cuenta de que ya no era oscura y temible.
Ahora parecía simplemente antigua y vacía. Los amigos sonrieron, contentos por su victoria.
Habían enfrentado sus miedos, habían resuelto el misterio y, en el proceso, habían liberado a un espíritu atrapado por siglos.
El misterio de la Mansión Zafiro había sido resuelto.
Con el amanecer, los tres amigos regresaron a su pueblo, llevándose consigo la historia de su valiente aventura.
Contaron a todos la verdad sobre la mansión, y cómo habían liberado al espíritu del antiguo dueño.
Y así, la Mansión Zafiro dejó de ser un lugar de miedo para convertirse en un lugar lleno de historias y aventuras.
Se convirtió en un símbolo de coraje y amistad para los habitantes de Almonzar.
Los niños ya no temían a la mansión, sino que jugaban a su alrededor, inventando sus propias historias y aventuras.
Y aunque la mansión aún permanecía en lo alto de la colina, ya no era una amenaza.
Era simplemente un recuerdo de una antigua maldición, y del valiente trío que se atrevió a enfrentarla.
Así es como termina la historia de la Mansión del Misterio.
Pero recuerda, querido lector, que cada vieja casa tiene su propia historia.
¿Cuál será la próxima mansión misteriosa que te atreverás a explorar? Eso, solo tú puedes decidir.
Abraham Cuentacuentos.