Cuento: María y sus dragones surcando los cielos

Dibujo de una joven en el bosque y un paisaje con dragones.

María y sus dragones surcando los cielos

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En un reino cubierto por vastos bosques y rodeado por montañas altísimas, había un pequeño pueblo llamado Ventormenta.

Este lugar era conocido por sus valientes habitantes y, sobre todo, por una antigua leyenda que hablaba de dragones que dormían en las cuevas de las montañas cercanas.

Según la leyenda, estos dragones despertarían solo cuando el reino enfrentara su mayor peligro.

En Ventormenta vivía una joven llamada María, quien desde pequeña se había sentido fascinada por las historias de dragones que su abuelo le contaba.

María pasaba horas imaginando cómo sería volar con ellos por encima de las nubes y soñaba con ver un dragón de verdad alguna vez en su vida.

Sin embargo, nunca había visto uno, ya que hacía siglos que no se mostraban.

Un día, mientras exploraba los bosques, María encontró un antiguo amuleto en el suelo, cubierto de hojas y musgo.

Lo que no sabía era que este amuleto tenía el poder de cambiar su destino para siempre y el de todo Ventormenta.

Al tomarlo en sus manos, sintió una conexión misteriosa, como si de repente portara el peso de una importante misión que aún no comprendía completamente.

Con el descubrimiento del amuleto y la inminente llegada del solsticio de verano, eventos extraños comenzaron a suceder en Ventormenta.

Animales del bosque actuaban de manera inusual y las noches se tornaban más frías de lo normal.

María, con el amuleto siempre a su lado, sentía que algo grande estaba a punto de ocurrir, algo que podría muy bien despertar a las criaturas de las leyendas.

Así comienza nuestra historia, con un pueblo al borde de lo desconocido y una joven que podría ser la clave para desentrañar los misterios de los dragones de Ventormenta.

A medida que el solsticio de verano se acercaba, María comenzó a notar cambios más significativos en el entorno.

Los árboles del bosque parecían susurrar entre sí, y las estrellas brillaban con una intensidad inusual.

Una noche, mientras observaba el cielo estrellado desde el umbral de su casa, una figura encapuchada se aproximó por el sendero.

«¿María?» dijo la figura con una voz suave, pero firme. Al acercarse a la luz, María pudo ver que era Maelor, el viejo bibliotecario del pueblo, conocido por su vasto conocimiento de la historia y las leyendas locales.

«Te estaba buscando», continuó Maelor, mirando cautelosamente el amuleto que colgaba del cuello de María. «Ese amuleto que llevas es más importante de lo que crees. Es la llave para despertar a los dragones, pero también para apaciguarlos. Según las antiguas escrituras, cuando los dragones despierten, necesitarán a alguien con el corazón puro y el coraje de un líder para guiarlos y vincularlos con nuestro mundo.»

María, aunque asustada, sintió una chispa de emoción. «¿Y cómo podemos despertarlos?», preguntó, su curiosidad superando su miedo.

«Debemos realizar un ritual en la cima de la Montaña del Dragón durante el solsticio. Pero no estaremos solos», advirtió Maelor. «Hay fuerzas oscuras que también desean el poder de los dragones para fines malignos.»

Decididos a proteger el reino, María y Maelor reunieron un pequeño grupo de valientes aldeanos, incluido el herrero del pueblo, Jorin, y una misteriosa viajera llamada Kaela, quien decía saber cómo comunicarse con criaturas mágicas.

Juntos, partieron hacia la montaña, enfrentándose a pruebas que requerían no solo fuerza, sino también astucia y unidad.

Durante su viaje, mientras acampaban bajo las estrellas, María y Kaela conversaron.

«¿Realmente crees en los dragones?», preguntó María, buscando encontrar confianza en las palabras de su nueva amiga.

Kaela sonrió, echando leña al fuego. «He visto cosas en mis viajes que harían que tu corazón se detenga, María. Los dragones son reales, tan reales como el fuego que arde ante nosotros. Pero su poder es un arma de dos filos. Debemos ser cautelosos.»

El grupo finalmente llegó a la base de la Montaña del Dragón, donde descubrieron que no estaban solos.

Un grupo de sombrías figuras los esperaba, liderados por un hombre conocido solo como El Oscuro, quien deseaba controlar a los dragones para expandir su reino de sombras.

«Entreguen el amuleto y nadie saldrá herido», amenazó El Oscuro, su voz tan fría como el viento que azotaba la montaña.

María miró a sus compañeros, su determinación fortalecida por la confianza que veía en sus ojos.

«No vinimos hasta aquí para rendirnos ante la oscuridad», respondió ella con firmeza.

Con eso, se desató un enfrentamiento épico entre los aldeanos y las fuerzas oscuras, un preludio al momento culminante que se avecinaba con el amanecer del solsticio.

El enfrentamiento en la base de la Montaña del Dragón fue feroz.

María y sus compañeros, aunque superados en número, luchaban con valentía. Justo cuando parecía que las fuerzas oscuras de El Oscuro iban a prevalecer, María recordó las palabras de Maelor sobre el poder del amuleto y su conexión con los dragones.

Con una mezcla de temor y esperanza, María levantó el amuleto hacia el cielo justo cuando los primeros rayos del sol de solsticio tocaban la cima de la montaña.

El amuleto brilló con una luz intensa, y un rugido poderoso sacudió el aire.

De las cuevas alrededor de la montaña, emergieron dragones de colores vibrantes, sus escamas brillando como joyas bajo el sol naciente.

Los dragones, al sentir la presencia de María y el amuleto, se posicionaron entre los aldeanos y las fuerzas oscuras.

El Oscuro, aterrado ante la majestuosidad de estas criaturas, intentó huir, pero los dragones lo detuvieron, neutralizando su poder con un soplido de su aliento mágico.

Con El Oscuro derrotado, la paz se restableció en Ventormenta y en las tierras circundantes.

Los dragones, en vez de regresar a sus cuevas, eligieron permanecer visibles, sirviendo como protectores del reino y como un recordatorio constante de la valentía y el corazón puro.

María fue reconocida como una heroína y una verdadera líder, no solo por su valentía, sino por su capacidad para unir a su gente y a los dragones en un momento de crisis.

Bajo su guía, Ventormenta prosperó, y el festival del solsticio se convirtió en una celebración anual de la música, la comunidad y la coexistencia con los dragones.

Mientras los años pasaban, María siguió gobernando con sabiduría y compasión.

El festival del solsticio se enriqueció con historias sobre sus aventuras y las de sus amigos, inspirando a generaciones futuras a creer en lo imposible.

Y así, en un mundo donde la magia y la realidad se entrelazan, María y los dragones de Ventormenta vivieron en armonía, recordándonos siempre que el coraje, la amistad y un corazón puro pueden traer luz incluso en los tiempos más oscuros.

Moraleja del cuento «María y sus dragones surcando los cielos»

Este cuento nos transmite como la verdadera fuerza surge de la unidad y el coraje para enfrentar la adversidad, resaltando como, a pesar de sus miedos y diferencias, se unieron para enfrentarse a un enemigo común y proteger su hogar.

Y nos demuestra que cuando las personas trabajan juntas y confían en sus habilidades únicas, pueden superar grandes desafíos y alcanzar objetivos que parecen imposibles.

Abraham Cuentacuentos.

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