La búsqueda del agua: Marcos y Elena contra el Rey Calavera
Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Alondria, vivían dos hermanos llamados Marcos y Elena.
Ambos eran curiosos, aventureros y soñadores, siempre en busca de nuevas emociones y experiencias.
En aquel pueblo, el bienestar de todos dependía del agua, un recurso preciado y escaso, que provenía de un manantial ubicado en lo alto de la montaña.
Sin embargo, en los últimos días, algo extraño estaba ocurriendo.
El agua había comenzado a escasear y la sequía se apoderaba del lugar.
Marcos y Elena, preocupados por la situación, decidieron emprender un viaje en busca del origen de tal problema.
Se adentraron en el bosque, exponiéndose a múltiples peligros, pero su determinación era más fuerte que cualquier obstáculo que pudieran encontrar.
Tras horas de caminar, llegaron a un río cristalino.
Allí se encontraba una vieja y sabia tortuga llamada Tadea, quien tenía fama de conocer los secretos del mundo.
Ambos se acercaron a ella y le contaron su búsqueda, esperando encontrar alguna respuesta a sus interrogantes.
– Buenos días, Tadea. Nos preocupa mucho la sequía que azota nuestro pueblo y queremos saber qué está sucediendo – dijo Elena con tono de inquietud.
– Hola, jóvenes aventureros. Me alegra ver tanta determinación en ustedes. Lo que está ocurriendo es obra del malvado Rey Calavera, quien ha hechizado el manantial para quedarse con todo el agua y someter al pueblo a su voluntad – respondió Tadea con voz pausada.
Los ojos de Marcos y Elena se abrieron de par en par y prometieron hacer todo lo posible por detener al Rey Calavera y devolver el agua al pueblo.
Tadea les hizo entrega de un mapa mágico que les guiaría en su travesía y les advirtió sobre los peligros que enfrentarían en su camino.
Así comenzó el viaje de los valientes hermanos. Siguiendo el mapa, llegaron a un bosque encantado, donde las plantas hablaban y los animales bailaban.
Fueron retados por una planta carnívora gigante, pero con astucia y valentía, lograron escapar y continuar su camino.
Más adelante, llegaron a una cueva oscura y misteriosa, donde un troll malvado les bloqueó el paso.
– Nada pasar sin mi permiso – dijo el troll con voz gutural.
– Por favor, señor troll, solo queremos llegar al manantial y resolver la sequía que azota nuestro pueblo – suplicó Marcos con voz temblorosa.
El troll pensó unos segundos y finalmente accedió a dejarlos pasar, advirtiéndoles que deberían resolver un enigma antes de llegar a su destino.
Con todo el ingenio que poseían, Marcos y Elena desentrañaron el enigma del troll y continuaron avanzando.
Al fin, llegaron al oscuro y tenebroso castillo del Rey Calavera, donde se encontraba el manantial hechizado.
Enfrentándose a guardias y trampas peligrosas, lograron llegar hasta el Rey Calavera, quien se burlaba de ellos desde su trono.
– ¿Qué hacen aquí, insignificantes mortales? ¡Este agua ya es mía y nunca la devolveré! – exclamó el Rey Calavera con desdén.
Sin embargo, Marcos y Elena no se dieron por vencidos.
Se acercaron al manantial, juntaron sus manos y pronunciaron palabras de amor y esperanza.
Al hacerlo, una luz brillante llenó la habitación y el agua comenzó a fluir libremente una vez más.
El Rey Calavera, al ver su hechizo desvanecerse, se enfureció y trató de atacar a los hermanos, pero la magia de su maldad se volvió en su contra y quedó atrapado en su propio castillo.
Como un último acto de generosidad, Marcos y Elena decidieron compartir el agua con los demás reinos cercanos y así, la abundancia volvió a Alondria.
Todos vivieron felices y en armonía, aprendiendo que juntos se pueden superar cualquier obstáculo.
Y así, finaliza esta historia llena de valentía, amor y esperanza.
Nunca olvides que el agua es un tesoro que debemos cuidar y compartir, para que los finales felices y los sueños puedan seguir existiendo.
Abraham Cuentacuentos.
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