El Bosque Mágico
Érase una vez, en una pequeña ciudad de Finlandia, vivía una joven llamada Elsa.
Ella era una chica tranquila y reservada, y pasaba la mayor parte de su tiempo leyendo y disfrutando de la naturaleza.
Sin embargo, había algo que la atormentaba: su trabajo en una fábrica de muebles.
Elsa odiaba su trabajo. Todos los días se levantaba temprano y caminaba hasta la fábrica, donde pasaba horas cortando y lijando madera.
Era un trabajo aburrido y monótono, y ella anhelaba algo más en la vida. Soñaba con convertirse en escritora, pero nunca había tenido el coraje de perseguir ese sueño.
Un día, mientras caminaba a casa después de otro día agotador en la fábrica, Elsa notó una pequeña tienda en el centro de la ciudad.
Era una librería antigua y polvorienta, pero algo llamó su atención. Elsa decidió entrar y explorar.
La tienda estaba llena de libros, algunos viejos y desgastados, otros nuevos y brillantes.
Elsa comenzó a hojearlos, y poco a poco, comenzó a sentirse más tranquila y relajada.
Era como si los libros tuvieran un poder mágico para calmar su mente.
De repente, Elsa notó algo extraño. Había un libro en la estantería que parecía diferente a los demás.
Era un libro pequeño y viejo, con una portada descolorida y un título en finlandés que decía: «El secreto del bosque». Elsa lo tomó en sus manos y comenzó a leer.
El libro hablaba de un bosque mágico escondido en lo profundo de la naturaleza finlandesa.
Era un lugar donde los árboles crecían más altos que cualquier edificio, y las criaturas mágicas vivían en paz y armonía.
Elsa se perdió en la lectura, sintiendo que había encontrado algo especial y mágico en esas páginas.
De repente, Elsa se despertó.
Se dio cuenta de que se había quedado dormida en la librería.
Miró alrededor y vio que el dueño de la tienda la estaba mirando con una sonrisa.
«Me alegra ver que disfrutas de la lectura», dijo él. «¿Qué libro estás leyendo?»
Elsa mostró el libro que había estado leyendo, y el dueño de la tienda sonrió.
«Es un libro especial, ¿verdad?» dijo. «Es uno de mis favoritos. Te lo regalaré si prometes cuidarlo».
Elsa aceptó el regalo y salió de la tienda sintiéndose más feliz y relajada que nunca.
Volvió a casa y se acostó en su cama, sosteniendo el libro en sus manos.
Mientras leía «El secreto del bosque» esa noche, Elsa sintió una conexión con la naturaleza que nunca había sentido antes.
Se imaginó a sí misma caminando por el bosque mágico, rodeada de árboles gigantes y criaturas amistosas.
A medida que avanzaba la noche, Elsa comenzó a sentirse más y más somnolienta.
Sus ojos se cerraron y se sumió en un sueño profundo y tranquilo.
Cuando Elsa despertó a la mañana siguiente, se sintió renovada y llena de energía.
Recordó el libro que había leído la noche anterior y sintió que tenía un propósito en la vida.
Decidió que iba a hacer todo lo posible para encontrar el bosque mágico del libro y experimentar la felicidad que había descrito.
Elsa investigó durante días, leyó libros y habló con personas que pudieran haber oído hablar del bosque.
Pero nadie parecía saber nada sobre él. Elsa se desanimó y pensó que tal vez el bosque solo existía en la imaginación del autor del libro.
Pero entonces, una tarde, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, Elsa notó algo extraño.
Había un sendero que nunca antes había visto.
Era estrecho y cubierto de hojas y ramas, pero parecía conducir a algún lugar importante.
Elsa decidió seguir el sendero, y pronto se encontró caminando por un bosque espeso y exuberante.
Los árboles eran altos y majestuosos, y las hojas crujían bajo sus pies mientras caminaba.
Después de caminar por un tiempo, Elsa comenzó a notar cosas extrañas.
Vio un hada revoloteando en una flor, y un duende sentado en un hongo gigante.
Ella no podía creer lo que veía, pero se sintió feliz y emocionada.
Finalmente, Elsa llegó a un claro en el bosque.
Había un pequeño estanque en el centro, rodeado de flores y árboles.
En el centro del estanque había una isla, y en la isla había un árbol enorme y hermoso.
Elsa sabía que había encontrado el bosque mágico del libro.
Se acercó al estanque y se detuvo a mirar el árbol.
Parecía más alto que cualquier cosa que hubiera visto antes.
De repente, Elsa escuchó una voz suave detrás de ella.
«¿Te gusta lo que ves?»
Elsa se volvió y vio a una anciana parada detrás de ella. La anciana tenía arrugas en su rostro y llevaba un vestido de lana y una capa de piel de oveja.
«¿Eres el sabio del bosque?» preguntó Elsa.
«Soy», respondió la anciana con una sonrisa. «Soy la guardiana del bosque. ¿Qué te trae aquí?»
Elsa explicó que había leído sobre el bosque en un libro y había venido en busca de la felicidad y la paz que había descrito.
La guardiana del bosque asintió y le dijo que tenía suerte de haber encontrado el bosque, ya que no mucha gente lo hacía.
«El bosque mágico es un lugar especial», dijo la guardiana del bosque. «Aquí, puedes encontrar la felicidad y la paz que estás buscando.
Pero debes recordar siempre seguir tu corazón y hacer lo que te hace feliz.
Esa es la verdadera clave para encontrar la felicidad».
Elsa escuchó atentamente las palabras de la guardiana del bosque.
Sabía que tenía razón. Había pasado tanto tiempo tratando de complacer a los demás y de hacer lo que se suponía que debía hacer, en lugar de seguir su propio camino y hacer lo que la hacía feliz.
Elsa decidió que a partir de ese momento, iba a hacer todo lo posible para seguir su corazón y encontrar la felicidad que había estado buscando.
La guardiana del bosque le dio a Elsa una ramita de un árbol cercano y le dijo que la llevara siempre con ella.
«Esta ramita te recordará que siempre debes seguir tu corazón y nunca olvides lo que has aprendido aquí», le dijo.
Elsa tomó la ramita y la guardó en su bolsillo.
Luego, se despidió de la guardiana del bosque y comenzó a caminar de regreso a su casa.
Pero algo era diferente en ella.
Se sentía más ligera y feliz, como si un gran peso hubiera sido levantado de sus hombros.
A medida que caminaba por el bosque, Elsa notó que las flores eran más coloridas y las hojas de los árboles más brillantes.
Los pájaros cantaban más fuerte y las mariposas revoloteaban más cerca de ella. Era como si el bosque estuviera respondiendo a su felicidad y paz interna.
Finalmente, Elsa llegó a su casa.
Se sentó en su jardín y miró al cielo.
Estaba lleno de estrellas y la luna brillaba intensamente.
Elsa recordó las palabras de la guardiana del bosque y decidió que iba a hacer todo lo posible para mantener viva la sensación de paz y felicidad que había encontrado en el bosque mágico.
A medida que se quedaba dormida, Elsa pensó en lo afortunada que era de haber encontrado el bosque y la sabiduría de la guardiana.
Se sintió agradecida y feliz, sabiendo que había encontrado la clave para la verdadera felicidad y que siempre llevaría consigo la ramita que la recordaría su propósito en la vida.
Y así, Elsa se durmió con una sonrisa en el rostro, sintiendo la paz y la felicidad que había encontrado en el bosque mágico, sabiendo que había encontrado la clave para la verdadera felicidad.
La ramita en su bolsillo recordándole que siempre debía seguir su corazón y hacer lo que la hacía feliz.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Abraham Cuentacuentos.