Cuento: «El día que los dinosaurios se escondieron»
Era un amanecer dorado en el tiempo donde el aire olía a savia y los ríos murmuraban secretos entre rocas pulidas. En aquel vasto mundo, habitaban grandes criaturas, enormes y magníficos, con pieles escamosas como la corteza de los árboles más antiguos. Un día cualquiera, Tori, una pequeña dino herbívora con una curiosidad desbordante, decidió aventurarse fuera del rebaño. “¡Quiero ver el mundo!” gritó al viento, llenando el aire de ecos frescos.
Bajo un cielo azulado salpicado de nubes esponjosas, Tori trotaba alegremente cuando sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Era Finn, el sabio triceratops del grupo, quien la había seguido cautelosamente. “No es seguro andar sola, querida Tori,” dijo con voz grave pero suave. “Los ruidos extraños en la montaña son un aviso.”
Pero ella sonrió audazmente y le respondió: “A veces necesitamos correr riesgos para encontrar belleza, Finn.” Sin embargo, la alegría del momento pronto fue eclipsada por un estruendo distante que sacudió la tierra bajo sus patas. Era el retumbar de pasos pesados; el miedo acechaba como sombra tras cada árbol.
De pronto, unos velocirraptores aparecieron desde detrás de un arbusto; sus ojos brillaban con astucia y determinación. La pequeña Tori miró a Finn llena de pánico: “¡Debemos escondernos!” Los dos se apresuraron hacia la seguridad de una cueva cercana. “No tengo miedo,” dijo Tori tratando de infundir valor en sí misma, mientras respiraba fuerte entre las paredes rugosas.
Allí dentro compartieron historias sobre amistades valientes mientras esperaban a que pasara la tormenta. A medida que las horas pasaban y las voces exteriores se apagaban lentamente, Finn preguntó intrigado: “¿Sabes? La verdadera valentía no radica en no sentir miedo, sino en enfrentarlo junto a quienes amas.”
Moraleja: «El día que los dinosaurios se escondieron»
A veces nos oculta el miedo a los más imponentes rasgos de nuestra esencia,
pero enfrentar juntos lo desconocido nos acerca,
transforma nuestra amistad
en valiente armoría ante la adversidad.
Porque ser valiente no siempre significa estar sin miedo,
sino saber mirar al compañero
y hallarle como guía del alma en las noches inciertas.