Cuento: «El mamut que tenía vértigo»

Lee este cuento prehistórico infantil sobre Toru, un mamut con vértigo que, gracias a sus amigos renos, se atreve a enfrentar su miedo y encuentra frutos helados. Una historia sobre amistad, coraje y superación. Ideal de 6 a 10 años.

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⏳ Tiempo de lectura: 3 minutos

Revisado y mejorado el 02/06/2025

Dibujo en acuarelas de un mamut lanudo en un paisaje montañoso y colorido durante la prehistoria, inspirado en el cuento “El mamut que tenía vértigo”.

El mamut que tenía vértigo

En la plenitud helada de la era glacial, donde el sol parecía una leyenda lejana, habitaba un mamut llamado Toru.

Su piel, gruesa como las montañas que lo rodeaban, resguardaba su alma inquieta y melancólica.

A pesar de su tamaño imponente, un temor secreto le dominaba: cada vez que se asomaba a los acantilados que bordeaban su hogar, una marea de vértigo se apoderaba de él.

Un día soleado y crispante en aquel vasto y desolado paisaje blanco, sus amigos, unos intrépidos renos liderados por Tila, lo instaron a acompañarlos al río congelado para buscar la única fruta del invierno: la dura baya de hielo.

“¡Vamos, Toru! No hay nada de qué temer!”, animó Tila con entusiasmo. “¿Te imaginas el sabor si encontramos unas cuantas? Serán nuestra recompensa tras enfrentar el frío.”

Toru tragó saliva mientras sus ojos miraban hacia la altura; podía ver cómo los demás reían sin temor a caer.

El cielo azul lo retaba desde las alturas: “Debes superar este miedo”, murmuraba una voz suave dentro de él.

Sin embargo, solo al recordar lo frágil que era su mundo sobre hielo sintió que las patas se le volvían pesadas.

Con un respiro profundo y decidido, Toru avanzó hacia el borde del abismo helado.

Su corazón palpitaba como un tambor guerrero. Justo cuando dio un paso más cerca del precipicio, un movimiento inesperado lo sacudió: una corriente de viento sopló fuerte y azotó la montaña a su espalda.

«¡Toru!», gritó Tila al verlo tambalearse.

Y antes de que pudiese pensar en retroceder, sus amigos vinieron corriendo a ayudarle. “Aférrate a nosotros”, dijeron en coro mientras extendían sus cuernos en señal de apoyo.

Esa imagen clara —la unidad entre él y los renos— evocó una chispa cálida en su interior. ¿Y si se precipitaba? Un latido acompasado resonaba dentro de él: hoy sería diferente; no estaba solo.

Así fue como juntos enfrentaron el terror al vacío; con empuje y valentía impulsaron a Toru hacia adelante.

De repente ya no sintió el vértigo; sólo respiraciones entrelazadas llenas de vida.

Al llegar al río descubrieron más allá del horizonte resplandeciente la sombra azulada de los frutos congelados como joyas ocultas.

Con risas suaves compartieron aquellas bayas dulces al caer la tarde.

Cada bocado terminaba siendo una celebración hacia aquello que habían conseguido juntos, rompiendo cadenas invisibles; creando recuerdos imborrables bajo el intenso abrigo del frío estrellado.

Moraleja: «El mamut que tenía vértigo»

La amistad auténtica es faro en tempestades ajenas; fuerza encarnada contra muros interiores.

A veces para hallar nuestra esencia hay que dejarse llevar por las manos que nos invitan a cruzar límites desconocidos; descubrir belleza donde antes sólo había temores.

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Espero que estés disfrutando de mis cuentos.