El mapache y el puente arcoíris hacia el reino de los sueños

El mapache y el puente arcoíris hacia el reino de los sueños

El mapache y el puente arcoíris hacia el reino de los sueños

En el corazón de un denso bosque encantado, donde los árboles susurraban historias antiguas y los riachuelos cantaban melodías melodiosas, vivía un pequeño mapache llamado Tobías. Sus grandes ojos verdes brillaban con curiosidad y sus patas ágiles lo llevaban de un rincón del bosque a otro en busca de aventuras. Tobías no era un mapache ordinario; era intrépido y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos del bosque, aunque su naturaleza traviesa a veces le metía en pequeños líos.

Una mañana, mientras el sol se filtraba a través del follaje creando un espectáculo de luces y sombras, Tobías encontró un sendero que jamás había visto antes. Estaba bordeado de flores multicolores y emitía un suave resplandor dorado. «¿Qué habrá al final de este camino?» se preguntó a sí mismo, mientras su cola resorteaba con emoción. Sin pensarlo dos veces, decidió seguir el sendero, llevándole a través de colinas y valles desconocidos hasta que, finalmente, llegó a un río cristalino y a un anciano sauce llorón que parecía haber vivido mil vidas.

Al llegar al río, Tobías se encontró con una curiosa comitiva de animales reunidos alrededor del sauce: la sabia lechuza Beatriz, el astuto zorro Hector, la pequeña ardilla Clara y muchos otros amigos del bosque. «¿Qué ocurre aquí?» preguntó Tobías con gran interés.

«Estamos esperando el consejo del viejo sauce,» respondió Beatriz, cuya mirada penetrante a menudo revelaba secretos ocultos. «Se dice que hoy nos revelará cómo llegar al Reino de los Sueños.»

En ese momento, el sauce comenzó a susurrar con voz temblorosa pero firme: «Queridos habitantes del bosque, más allá de este río fluye un puente que no todos pueden ver. Conduce al Reino de los Sueños, un lugar donde nuestros más profundos anhelos pueden hacerse realidad. Pero solo quienes posean un corazón puro y el valor de enfrentarse a lo desconocido podrán transitar por él.»

La emoción se apoderó del pequeño Tobías, y sin dudar, se acercó al borde del río. El agua brillaba con distintos colores, formando destellos. Fue entonces cuando se dio cuenta: el puente arcoíris estaba justo ante él, visible solo para sus ojos llenos de inocencia. «Lo veo, lo veo,» gritó, y todos los animales lo miraron con asombro.

«Sigue tu corazón, joven Tobías,» dijo el sauce, «y nunca dejes de creer en la magia.»

Con un corazón lleno de determinación, Tobías comenzó a cruzar el puente. Cada paso que daba hacía que los colores se volvieran más intensos y el aire más ligero. Pronto, llegó a un jardín de flores que cantaban melodías dulces, y animales alados que jugaban en el aire.

Allí encontró a una serpiente dorada llamada Serafina, cuyas escamas irradiaban una luz cálida, «Bienvenido, Tobías. Hace años que nadie lograba cruzar el puente,» dijo ella en un tono melodioso y reconfortante.

«Busco el Reino de los Sueños,» contestó Tobías con su voz llena de esperanza. «Necesito tu guía.»

Serafina asintió y dibujó en el suelo un mapa de luz, mostrando el camino hacia el reino. «Debes enfrentar tres desafíos,» explicó. «El primero es atravesar el Bosque de las Sombras, donde tus miedos tomarán forma. El segundo es cruzar el Valle del Silencio, donde solo escucharás tu propio corazón. El tercero es escalar la Montaña de los Recuerdos, donde deberás enfrentarte a tu pasado.»

Con cada palabra, Tobías sentía una mezcla de temor y emoción. Agradeció a Serafina y se encaminó hacia el Bosque de las Sombras. Al entrar, una niebla oscura lo envolvió, y de pronto, se encontró cara a cara con sus temores más profundos: la soledad, el abandono, y las travesuras que alguna vez causaron daño. Pero recordó las palabras del sauce: «Nunca dejes de creer en la magia.» Cerró los ojos un momento y al abrirlos, su valentía se sobrepuso, disipando las sombras y permitiéndole salir triunfante.

El Valle del Silencio fue un reto muy distinto. No había sonidos, solo el latido de su corazón resonando en sus oídos. Al principio, la falta de ruido fue desconcertante, pero lentamente Tobías comenzó a escucharse a sí mismo, a comprender sus deseos más profundos y sus metas sinceras. Con renovado propósito, atravesó el valle con serenidad.

La Montaña de los Recuerdos era la prueba final. Los vientos aullaban con memorias de su vida; algunas dulces, otras amargas. En la cima, encontró una cueva donde las paredes reflejaban los momentos más significativos de su vida. Un reflejo en especial, mostraba una escena de cuando era solo un pequeño mapache, perdido y asustado, hasta que sus amigos del bosque lo habían acogido. Recordar su gratitud y amor hizo que Tobías sonriese, con una nueva fuerza interior que lo impulsó a seguir. Salió de la cueva con un corazón ligero y una mente clara y, al dar el último paso, se encontró ante un majestoso portal dorado.

Al cruzarlo, fue recibido por una vista indescriptiblemente bella: un reino donde los sueños moraban en cada rincón. Campos dorados, ríos de cristal y castillos flotantes componían el paisaje. Los seres del reino, figuras etéreas y mágicas, lo saludaron con reverencia.

El rey del Reino de los Sueños, un ser radiante llamado Lisandro, se acercó a él. «Bienvenido, Tobías. Has demostrado un corazón valiente y un espíritu puro. Aquí podrás hacer realidad tus sueños, pero recuerda que la verdadera magia reside en tu valentía y bondad.»

Tobías decidió compartir su suerte con sus amigos del bosque, llevando pedazos de la magia del reino de vuelta a su hogar. «No olviden, el verdadero poder está en creer en ustedes mismos y en la bondad que ofrecen,» les recordaba siempre.

Esa noche, tras regresar al bosque, todos celebraron con grandes banquetes y risas interminables. El sendero dorado seguía brillando, recordándoles que los sueños están al alcance de quienes se atreven a buscarlos. Desde entonces, el bosque siempre resonó con la creencia en la magia, y Tobías se convirtió en un símbolo de esperanza y valor.

Moraleja del cuento «El mapache y el puente arcoíris hacia el reino de los sueños»

La magia más poderosa reside en nuestra valentía y bondad. Atrévete a enfrentar tus miedos, escucha los deseos más profundos de tu corazón y nunca dejes de creer en ti mismo. Así, los sueños más imposibles pueden hacerse realidad.

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