La estrella del bosque de nieve
En una aldea remota rodeada de montañas y vastos campos de nieve, había una pequeña cabaña en la que vivía una niña llamada Clara con sus padres.
La aldea se adornaba cada año para dar la bienvenida a la Navidad, pero esa temporada era particularmente cruda y el frío se colaba por cada rendija, congelando los corazones de los aldeanos.
Clara, con su piel tan pálida como la nieve que la rodeaba y sus ojos tan claros como el hielo, soñaba con ver la aldea llena de luz y alegría.
Una noche, mientras los copos de nieve caían suavemente, Clara escuchó un susurro procedente del bosque que despertó su curiosidad.
«Clara, ven y encuentra la estrella perdida. Solo ella puede derretir el hielo que aprisiona el espíritu de la Navidad.»
Siguiendo la llamada, Clara se adentró en el espeso Bosque de Nieve, un lugar donde ningún aldeano se había atrevido a entrar por las leyendas que contaban sobre espíritus y criaturas mágicas.
A medida que avanzaba, se encontró con un zorro de pelaje plateado, que parecía esperarla.
Clara preguntó: «¿Sabes dónde puedo encontrar la estrella perdida?»
El zorro asintió con sabiduría y respondió: «Debe seguirme, pero el camino no es fácil.
Hay pruebas que debe superar para demostrar su valor.»
La primera prueba fue cruzar el lago helado, donde Clara tuvo que confiar en su equilibrio y en la ayuda del zorro para no caer en sus frías aguas.
La segunda prueba fue resolver un acertijo que le planteó un sabio búho, acerca de qué cosa podía ser más poderosa que el miedo. Clara respondió con firmeza:
«El amor, porque incluso en los corazones más fríos puede encender una llama cálida que nunca se apaga.»
El búho, impresionado, les mostró el camino hasta un claro, donde la luz de la luna iluminaba una estrella que brillaba con luz propia sobre la nieve.
Clara, guiada por esa luz, se acercó y descubrió que la estrella era un cristal que irradiaba calor.
Tomándola en sus manos, notó cómo el frío de su corazón desaparecía y una sonrisa se dibujaba en su rostro.
El zorro, mirándola a los ojos, le dijo: «Lleva esta estrella al centro de tu aldea, y deja que su calor derrita el frío de la Navidad.»
Corriendo de vuelta a casa con la estrella en sus manos, Clara cruzó el bosque.
Al llegar a la aldea, colocó la estrella en la plaza central y, como por arte de magia, la luz y el calor se extendieron por cada rincón, derritiendo la nieve y llenando cada hogar de alegría y esperanza.
Los aldeanos, sorprendidos, se reunieron alrededor de la estrella y celebraron la Navidad como nunca antes, con risas y cantos que resonaban por toda la montaña.
Clara y su familia, desde entonces, fueron considerados guardianes del espíritu de la Navidad en la aldea.
Y así, cada año, cuando la nieve comienza a caer, una pequeña estrella brilla en el Bosque de Nieve, recordando a todos que el calor humano puede derretir cualquier frío y traer luz a la más oscura de las noches.
Moraleja del cuento navideño: «Cuento de Navidad: «La estrella del bosque de nieve»
Nunca subestimes el poder del amor y la bondad, pues son la verdadera esencia de la Navidad y pueden traer luz y calor a los lugares y tiempos más fríos.
Abraham Cuentacuentos.
Todos mis cuentos de Navidad
Abraham Cuentacuentos.