La momia perdida en el medio del bosque el día de Halloween

La momia perdida en el medio del bosque el día de Halloween

La momia perdida en el medio del bosque el día de Halloween

Era la noche de Halloween, y en el pequeño pueblo de San Martín, las luces parpadeaban intermitentemente como si también estuvieran temblando de miedo. Los árboles centenarios del bosque se erguían como guardianes de un secreto que nadie había osado desenterrar. Entre risas y gritos de alegría, un grupo de jóvenes aventureros se reunía en la plaza, listos para desentrañar el gran misterio de la momia que, según los rumores, había sido vista merodeando por los alrededores.

Juan, el más osado del grupo, con su cabello alborotado y la camiseta de su superhéroe favorito, propuso, con una voz firme: “¡Vamos a buscarla! Si hay una momia, ¡deberíamos encontrarla!” Su voz resonaba con la emoción del descubrimiento.

Cristina, con su risa contagiosa y una calabaza tallada en mano, frunció el ceño. “¿Estás seguro, Juan? ¿Y si está realmente viva? A mí me parece que eso no es muy ‘cool’.”

Tomás, un chico delgado con unas grandes gafas y un amor desmedido por las historias de terror, intervino. “¡Es Halloween! Es la noche perfecta para ver algo espeluznante. Me llevo mis golosinas por si se presenta la oportunidad de hacer un trueque.”

Así, armados con linternas y un sinfín de dulces, se adentraron en el bosque. A medida que caminaban, la luna asomaba entre las nubes, iluminando su camino con pinceladas plateadas. Los crujidos de las hojas bajo sus pies sonaban como susurros. “¿Escuchan eso?” murmuró Cristina, muy atenta. Un ruido que resonaba a lo lejos hacía que el vello en sus brazos se erizara.

Juan hizo un gesto, como indicando que se acercaran. El grupo se detuvo, contenía la respiración y, al girarse, se encontraron cara a cara con… ¡una momia! Era alta, con vendajes desgastados, que parecían tener una historia propia. Pero no era espeluznante; sus ojos, aunque enmarcados por un halo de misterio, reflejaban amabilidad.

“¿Me han encontrado?” preguntó la momia con una voz profunda y melodiosa que sorprendió a todos. “Llevo siglos buscando mis zapatos perdidos.”

“¿Tus zapatos?” repetió Tomás, incrédulo. “¿De verdad?”

“Sí, mis queridos amigos. ¡Los mejores del antiguo Egipto! ¿Podrían ayudarme a encontrarlos? Son de una incrustación de escarabajos.”

Los jóvenes intercambiaron miradas de complicidad. Después de todo, en lugar de huir, era mucho más divertido ayudar a una momia. Se unieron a la búsqueda, que los llevó a cavernas ocultas y senderos cubiertos de oscuridad, todos riendo y entrelazando historias sobre sus más terroríficas travesuras.

Finalmente, encontraron los zapatos en una pequeña cueva, resguardados por un anciano búho que, intrigado, parecía ser su guardián. “¿Ves? Comparto todo este misterio por algo tan sencillo como unos zapatos”, dijo la momia mientras se los calzaba con un aire de satisfacción.

“Gracias, amigos. Ahora no solo puedo volver a casa, sino que también puedo asistir a la fiesta de brujas que he estado organizando por siglos. ¿Quieren ir juntos?”

Con risas entre ellos, el grupo aceptó encantado, danzando al ritmo de la música que resonaba a lo lejos. Para su sorpresa, la momia no solo les presentó a muchos antiguos amigos, sino que también se convirtió en su cómplice en más aventuras.

Moraleja del cuento “La momia perdida en el medio del bosque el día de Halloween”

No todo lo que parece espeluznante es aterrador; a veces, lo inesperado lleva a las mejores amistades y recuerdos inolvidables.

Valora este cuento o artículo

Cada día, te comparto cuentos nuevos en tu bandeja de entrada. Historias que te transportarán a mundos mágicos, aventuras emocionantes y viajes inolvidables, todo desde la comodidad de tu hogar.

Responsable: Abraham Velázquez Moraira. Propósito: Solo para enviarte mi newsletter y poder responder tus email. Derechos: Tienes derecho, entre otros, a acceder, rectificar, limitar y suprimir tus datos. Destinatarios: Tus datos quedarán guardados en la plataforma SendFox.

Publicaciones Similares