La travesía de la paloma y el bosque encantado donde las hojas cantan

La travesía de la paloma y el bosque encantado donde las hojas cantan

La travesía de la paloma y el bosque encantado donde las hojas cantan

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Era una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Serena, donde las gentes comenzaban a murmurar sobre unas extrañas voces que se podían escuchar al entrar en el bosque cercano. Este bosque, conocido como el Bosque Encantado, donde las hojas cantan, era el hogar de numerosas criaturas y plantas mágicas, pero nadie había podido confirmar aún esas voces.

En una modesta casa de piedra junto al mercado, vivía una joven llamada Lucía. Tenía el cabello castaño, con ojos verdes que reflejaban el mismo brillo de las esmeraldas. Lucía amaba pasar sus ratos libres leyendo en el prado y a menudo se acompañaba de las palomas que volaban en círculo sobre su cabeza y descansaban en sus hombros.

Entre todas las palomas, había una especialmente especial para Lucía, llamada Blanca. Esta paloma tenía un plumaje que era la envidia de las nieves del invierno, y solía mirar a Lucía con unos ojos tan inteligentes que parecían entender cada palabra que ella decía. «Blanca,» decía Lucía con cariño, «¿qué harás hoy? ¿Volarás lejos o te quedarás aquí conmigo?» La paloma respondió con un arrullo suave, como si de verdad comprendiera la pregunta.

Una mañana, mientras Lucía regresaba de la fuente, encontró a Blanca revoloteando nerviosa alrededor del borde del bosque. Las hojas parecían susurrar algo en un idioma antiguo y misterioso. Sin pensarlo dos veces, Lucía decidió seguir a Blanca, sintiendo una extraña mezcla de miedo y curiosidad.

Al adentrarse, todo parecía más vivo: los árboles, las flores y los animales parecían observarlas con una mirada consciente. Lucía notó el cambio. «Blanca, este lugar es extraño, pero también hermoso,» murmuró la joven mientras avanzaba.

En lo más profundo del bosque, encontraron un claro mágico donde los árboles formaban una especie de cúpula. De repente, Blanca comenzó a hablar. «Lucía, he esperado mucho para este momento. Este bosque necesita tu ayuda,» dijo la paloma en un tono que era una mezcla de tristeza y esperanza.

Lucía retrocedió, incrédula. «¿Blanca? ¿Cómo es posible? ¿Qué ocurre aquí?» preguntó, asustada y fascinada a partes iguales.

«Este bosque está encantado, y las hojas cantan, como tú bien sabes. Pero algo oscuro se ha infiltrado en nuestras tierras. Necesitamos encontrar el corazón del bosque y restablecer el equilibrio,» respondió Blanca, desplegando sus alas con majestuosidad.

Con nuevas determinación, Lucía y Blanca emprendieron una travesía. Se enfrentaron a caminos laberínticos, sortearon trampas naturales y se hicieron amigos de seres que jamás pensaron encontrar. En un paraje lleno de flores azules, encontraron a un joven llamado Miguel, que también parecía perdido.

«¿Quién eres, y qué haces en este lugar?» preguntó Lucía con cautela.

«Soy Miguel, y he venido en busca de un rumor. Dicen que este bosque esconde un gran secreto,» contestó él, con la frente cubierta de sudor y un brillo de aventura en los ojos.

Juntos, Lucía, Blanca y Miguel, continuaron su travesía. Encontraron a Mariela, una anciana sabia, que conocía las antiguas leyendas del bosque. «El corazón del bosque está protegido por el Guardián de las Hojas. Él sabe cómo derrotar la oscuridad, pero este Guardián solo responde a la llamada de los corazones puros,» explicó ella con voz suave y pausada.

Decidieron buscar al Guardián siguiendo las pistas que Mariela les había dado. Atravesaron ríos de agua cristalina y montañas cubiertas de niebla. Finalmente, llegaron a un antiguo roble que parecía tener siglos de antigüedad.

“Este es el hogar del Guardián,” dijo Mariela, señalando el gran árbol. Lucía acarició el tronco y, con una voz temblorosa pero firme, imploró: «Oh, Guardián de las Hojas, por favor, ayúdame a salvar este hermoso bosque.»

De pronto, una luz dorada envolvió el roble y apareció una criatura majestuosa. «Soy el Guardián de las Hojas. Tu pureza de corazón ha despertado mi poder. Juntos, debemos restaurar la luz en este lugar oscuro,» dijo la criatura con una voz resonante.

El Guardián les reveló un amuleto hecho de hojas de oro, que debía ser llevado al corazón del bosque y colocado sobre la Piedra de la Vida para acabar con la oscuridad. Sin vacilar, Lucía, Blanca, Miguel y el Guardián avanzaron hacia su destino final.

Al llegar a la Piedra de la Vida, Blanca sujetó el amuleto con su pico y lo colocó delicadamente. En ese instante, un resplandor intenso se extendió por todo el bosque. Las sombras se desvanecieron y los árboles y plantas recuperaron su brillo.

«Gracias, Blanca. Gracias, Lucía y Miguel. Sin vuestro coraje y pureza de corazón, esto no habría sido posible,» dijo el Guardián antes de desvanecerse en una nube dorada.

Desde entonces, el Bosque Encantado volvió a ser el hogar sereno que siempre había sido. Las hojas volvieron a cantar melodías bellas y mágicas, y las gentes de Villa Serena se reunían para escuchar historias sobre Lucía, la muchacha con ojos de esmeralda, y su fiel paloma Blanca.

Moraleja del cuento «La travesía de la paloma y el bosque encantado donde las hojas cantan»

El coraje y la pureza de corazón pueden superar cualquier oscuridad. La verdadera magia reside en la bondad y en la valentía de quien está dispuesto a proteger lo que ama.

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