El libro mágico y el destino de Gabriel
¿Y si al abrirlo, no encontrases una historia… sino una misión que te arrastra dentro?
Gabriel pensaba que los cuentos se escribían con papel y tinta, hasta que descubrió que algunos se escriben desde dentro, a medida que los vives.
Este no es un cuento cualquiera.
Es una advertencia.
Una invitación.
Y una prueba.
En Vallesilente, un pueblo donde el silencio parecía quedarse a vivir, Gabriel pasaba los días soñando despierto.
No le bastaban las historias que leía: él quería inventarlas.
Una tarde, mientras paseaba solo por el bosque, encontró algo medio enterrado entre raíces: un libro de cuero, con un cierre de plata en forma de estrella.
Estaba vacío.
Y, aun así, no pudo dejarlo allí.
Esa noche, el libro lo desvelaba desde la mesilla.
Cuando por fin lo abrió otra vez, ya no estaba en blanco.
La página escribía sola: “Un reino en peligro. Un niño llegará desde el otro lado”.
Entonces, ocurrió.
Una luz.
Un giro.
Y Gabriel ya no estaba en su habitación.
Apareció en medio de un bosque irreal.
Los árboles hablaban en susurros.
El cielo tenía dos lunas.
Y ante él, un hombre con corona: el rey Héctor.
—La varita que sostiene los sueños ha sido robada —le explicó—. Si no la recuperamos, el mundo se romperá desde dentro.
Aurora, un hada pelirroja con alas de hojas secas, se unió a la búsqueda.
Juntos cruzaron pruebas mágicas: un lago que exigía decir tus miedos, un bosque que hacía olvidar tus deseos, y un viento que te devolvía en forma de eco lo que no te atrevías a decir.
Gabriel fue valiente, pero no perfecto.
Dudó, cayó, se levantó.
Aprendió que en el mundo mágico las historias no son lineales.
Cambian con cada decisión.
Al llegar al castillo de la bruja Liria, la batalla no fue de conjuros.
Fue de recuerdos.
Liria no quería destruir el reino.
Solo quería que su historia fuera escuchada.
Gabriel lo entendió.
No la combatió.
La comprendió.
La varita regresó a su lugar.
No por magia, sino por equilibrio.
El rey Héctor, emocionado, le ofreció el título de narrador real.
Pero el libro tenía otros planes.
Una última página comenzó a escribirse: “Gabriel no pertenece a un solo cuento. Pertenece a todos.”
Desde entonces, aparece allí donde alguien se atreve a imaginar.
Con un libro que nunca se termina y una historia nueva que empieza con una pregunta: ¿Y si sí fuera posible?
Moraleja del cuento corto de magia: «El libro mágico y el destino de Gabriel»
Las historias no cambian el mundo si no te atreves a vivir dentro de ellas.
La magia empieza donde alguien escucha… y alguien cuenta.
Abraham Cuentacuentos.