Mateo, el guardián del agua y un relato de valentía y esperanza
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un niño llamado Mateo.
Mateo era un niño curioso y soñador, siempre buscando nuevas aventuras.
En su corazón, llevaba un amor incondicional por el agua.
Desde pequeño, sentía una fuerte conexión con ese elemento vital que lo rodeaba.
Un día, mientras se encontraba en el río jugando con sus amigos, Mateo vio algo extraño en el agua.
Se trataba de una pequeña gota con una carita sonriente.
La gota le habló y le dijo: “¡Hola Mateo! Soy Aqua, el espíritu del agua. He oído hablar de tu amor por mí y he venido a pedirte ayuda”.
Mateo, sorprendido y emocionado, preguntó: “¿Cómo puedo ayudarte, Aqua? Estoy dispuesto a hacer lo que sea por ti”.
Aqua le explicó que había una grave sequía en el pueblo de al lado, y necesitaba la ayuda de Mateo para llevar agua a ese lugar.
Sin dudarlo, Mateo aceptó el desafío.
Con la ayuda de Aqua, Mateo se convirtió en el guardián del agua y emprendió un emocionante viaje para buscar la fuente de agua más cercana.
Durante su travesía, Mateo se enfrentó a muchas situaciones complicadas.
Tuvo que sortear un laberinto de cañaverales y luchar contra una serpiente gigante que quería robar el agua.
Pero, gracias a su valentía y astucia, logró superar cada obstáculo.
Finalmente, después de un largo camino, Mateo encontró un manantial rodeado de flores y árboles frondosos.
Allí, con la ayuda de Aqua, llenó cientos de recipientes de agua y emprendió el regreso al pueblo en sequía.
Cuando Mateo llegó al pueblo, todos los habitantes se alegraron al verlo.
Rápidamente, repartió el agua a cada persona y a cada planta sedienta. Y en ese preciso momento, las nubes se oscurecieron y comenzó a llover. El cielo se llenó de un arco iris y todos celebraron la llegada del agua.
Aqua, agradecida por la valentía y dedicación de Mateo, le dijo: “Gracias a ti, Mateo, el pueblo tiene de nuevo el agua que tanto necesitaba. Eres un verdadero héroe y un gran amigo del agua”.
A partir de ese día, Mateo siguió cuidando y respetando el agua, enseñando a los demás la importancia de su preservación.
Y el pueblo nunca más volvió a sufrir de sequía.
Y así, queridos niños, fue como Mateo, con su determinación y amor por el agua, logró traer felicidad y esperanza a todos los habitantes del pueblo.
Recuerda, el agua es vida, y debemos cuidarla siempre.
Y colorín, colorado, este cuento del agua ha terminado.
Abraham Cuentacuentos.
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