El agua que fluye
Érase una vez en un bosque muy verde y fresco, vivía un pequeño sapito llamado Pepito.
Pepito era muy curioso y aventurero, siempre buscando cosas nuevas que descubrir.
Un día, mientras saltaba de hoja en hoja, se dio cuenta de algo que nunca había visto antes: ¡un arroyo de agua cristalina que fluía rápidamente hacia un río!
Pepito se emocionó tanto al ver el agua que decidió explorarla.
Después de saltar de hoja en hoja, llegó al borde del arroyo y saltó dentro del agua.
Se dio cuenta de que el agua era fresca y refrescante, y nadó felizmente hacia el río.
Mientras nadaba, Pepito encontró a un pez llamado Fernando que nadaba aguas abajo.
«¡Hola, Fernando! ¿A dónde te diriges tan rápido?» preguntó Pepito.
«Estoy buscando un lugar tranquilo para construir mi hogar», respondió el pez. «Este río es mi hogar, pero necesito un lugar más seguro para poner mis huevos».
Pepito preguntó cómo podía ayudar, y Fernando le pidió que buscara un lugar seguro para construir su hogar.
Pepito, emocionado de ayudar a su nuevo amigo, comenzó a buscar el lugar perfecto.
Después de un rato, Pepito encontró una pequeña corriente de agua que fluía suavemente en el bosque.
El agua era clara y tranquila, y parecía el lugar perfecto para que Fernando construyera su hogar.
«¡Mira, Fernando, encontré un lugar perfecto!» exclamó Pepito.
Fernando revisó el lugar y decidió que era perfecto.
Agradecido, Fernando se acercó a Pepito y le dijo: «Gracias por ayudarme a encontrar este lugar, Pepito. Ahora puedo construir mi hogar y asegurarme de que mis huevos estén a salvo».
Pepito se sintió feliz de haber ayudado y se despidió de Fernando mientras continuaba explorando el río.
Más tarde, Pepito se encontró con una abeja llamada Bianca que estaba buscando agua para su colmena.
«Hola, Pepito. ¿Has visto alguna fuente de agua cerca?» preguntó Bianca.
«Sí, vi un arroyo cristalino y un río muy grande donde el agua fluye rápidamente», respondió Pepito.
«Oh, eso suena perfecto. ¡Gracias por la ayuda, Pepito!» dijo Bianca mientras se fue volando.
Después de un rato, Pepito se dio cuenta de que el agua estaba comenzando a disminuir.
Se preocupó mucho porque entendió que sin agua, sus amigos animales no podrían sobrevivir.
Así que decidió encontrar la fuente del agua y asegurarse de que nada malo estaba pasando.
Pepito siguió el arroyo y descubrió que había un árbol caído que estaba obstruyendo el flujo del agua.
Con la ayuda de sus amigos, Pepito movió el árbol y liberó el flujo del agua.
Todos los animales del bosque estaban felices de tener de nuevo el agua fluyendo, y Pepito se sintió orgulloso de haber ayudado a sus amigos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Moraleja sobre el cuento «El agua que fluye»
La moraleja de este cuento es que el agua es un recurso vital y escaso, y debemos cuidarlo y utilizarlo de manera responsable para asegurar que siempre esté disponible para todos.
Además, es importante trabajar juntos y colaborar para encontrar soluciones a los problemas que enfrentamos relacionados con el agua.
Abraham Cuentacuentos.
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