La bruja desastrosa que dejó de serlo con mucho esfuerzo
En una recóndita aldea, bordeada por frondosos bosques y ríos serpenteantes, vivía una joven llamada Paula.
No era una joven común y corriente; Paula era una bruja.
Se reconocía en el pueblo como la bruja más desastrosa que jamás había existido.
Sus conjuros solían salir al revés, y sus pociones causaban efectos inesperados.
Sin embargo, su corazón era puro y su deseo de hacer el bien inquebrantable.
Paula tenía el cabello rubio alborotado, como si cada mechón compitiera por su espacio.
Sus ojos verdes brillaban de curiosidad y ternura, pero también del ferviente anhelo de ser útil y aceptada por la aldea.
A pesar de los intentos fallidos y las críticas de los demás habitantes, Paula no se rendía.
Sabía en su interior que un gran poder aguardaba para desvelarse en el momento oportuno.
Un día, en uno de sus caóticos intentos de preparar una poción de invisibilidad para un joven que quería sorprender a su amada, Paula provocó accidentalmente que todo el bosque circundante se cubriera de una niebla espesa y luminiscente.
Los aldeanos comenzaron a preocuparse y acudieron en masa a su pequeña cabaña.
– ¡Paula, tienes que hacer algo con esta niebla, está asustando a los niños! – Exclamó don Gregorio, el panadero, con la cara teñida de preocupación.
– Lo siento, don Gregorio. Intentaré arreglarlo.- Respondió Paula, nerviosa y con una voz temblorosa.
En medio del desconcierto, apareció Miriam, una bruja anciana y sabia, cuya presencia imponente irradiaba serenidad.
Sus cabellos plateados y ojos azul cristalino parecían tener la capacidad de penetrar en el alma.
– Tal vez pueda ayudarte, Paula. Acompáñame a mi cabaña esta noche. – Le dijo serenamente.
Aquel encuentro marcó el inicio de transformaciones inesperadas.
Paula se dejó guiar por la paciencia y enseñanzas de Miriam. Noche tras noche, entre pociones que burbujeaban y hechizos susurrados al viento, Paula fue descubriendo la esencia de sus errores y el verdadero significado de la magia.
– La verdadera magia reside en tu corazón, Paula. No es cuestión de acertar a la primera, sino de aprender y persistir. – Le decía Miriam mientras la veía intentar una y otra vez.
Una madrugada, cuando el rocío aún reposaba sobre las hojas y el cielo apenas comenzaba a clarear, Miriam enseñó a Paula un antiguo hechizo para disipar nieblas.
La joven bruja lo replicó con esperanza.
Lentamente, la neblina que había cubierto el bosque comenzó a despejarse, revelando la flora y fauna en todo su esplendor.
El acontecimiento fue el inicio de una serie de eventos que cambiarían las perspectivas del pueblo sobre Paula.
Un día, Esteban, el carpintero, se acercó con timidez y una silla para su madre enferma.
– ¿Podrías hacer algo para que mi madre se sienta mejor? Sé que quizás tropiece en tus manos las primeras veces, pero confío en ti. – Le pidió con voz llena de esperanza.
Aunque aún con dudas, Paula aceptó el reto.
Trabajó incansablemente, mezclando hierbas, murmurando conjuros, y con cada pequeño obstáculo, sentía los ojos sabios de Miriam alentándola.
Cuando finalmente entregó la poción a Esteban, lo hizo con el corazón palpitando de emoción.
Al cabo de unos días, la madre de Esteban comenzó a mostrar signos de mejoría, lo cual permitió que la noticia circulase rápidamente por la aldea.
Los aldeanos comenzaron a ver en Paula a alguien en quien poder confiar.
– Nunca dudé de ti, Paula. – Le dijo Esteban una mañana, mientras todos en la plaza le daban gracias.
– Gracias a ti por confiar, Esteban. – Respondió ella con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Así transcurrieron los días, en los que Paula, ahora llena de confianza, continuaba perfeccionando su arte con la guía de Miriam.
Los aldeanos empezaron a acercarse no solo por ayuda, sino también para brindar su amistad y cariño.
A pesar de los tropiezos, Paula se había transformado en una bruja bondadosa y competente, querida por todos.
El último desafío llegó cuando un extraño ser comenzó a acechar la aldea durante las noches.
Los rumores decían que se trataba de un espíritu vengativo. Los aldeanos, temerosos, buscaron el consejo de Paula.
– No puedo hacerlo sola. Necesitaré la ayuda de todos. – Propuso Paula, con voz firme pero serena.
Organizó un ritual donde todas las familias participarían, cada una aportando un objeto significativo.
Las noches fueron largas y llenas de exclamaciones y bailes alrededor del fuego.
Finalmente, el espíritu fue apaciguado, devolviendo la paz al lugar.
Paula se había convertido en un símbolo de esperanza, alguien que empezó como una bruja desastrosa y se convirtió, con esfuerzo y amor, en una figura de inspiración.
Miriam la abrazó con cariño aquella noche.
– Me enorgulleces, Paula. Ahora sabes que la verdadera magia siempre estuvo en ti. – Susurró Miriam al oído de Paula, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas de alegría.
Moraleja del cuento «la bruja desastrosa que dejó de serlo con mucho esfuerzo»
Este cuento nos enseña que con dedicación, esfuerzo y el apoyo de quienes creen en nosotros, podemos superar cualquier obstáculo y convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.
La verdadera magia reside en la perseverancia y en el poder de nuestro corazón.
Abraham Cuentacuentos.