Cuento: La princesa y la bruja en una historia de valentía y superación

Cuento: La princesa y la bruja en una historia de valentía y superación 1

La princesa y la bruja

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En un reino bañado por el suave brillo de dos lunas y adornado con lagos de aguas cristalinas, vivía una princesa de iridiscente belleza y carácter firme.

Valora, que así se llamaba, tenía ojos del color de las aguamarinas y cabello como la noche sin estrellas.

Desde niña, había aprendido las lides de la cortesía, pero también, en secreto, las artes de la espada y la estrategia.

Un día, la inquietante noticia de la llegada de una bruja poderosa perturbó la paz del reino.

Su nombre se susurraba con temor: Cyra.

Dicen que sus ojos destilaban la oscuridad de un abismo sin fondo y que sus hechizos eran capaces de doblegar la voluntad del más valiente caballero.

Con su arribo, días de festejo se tornaron en sombríos presagios, y la abundancia pareció desvanecerse como la bruma al amanecer.

La princesa Valora, desoyendo las advertencias del consejo real, decidió que debía emprender un viaje hacia la torre encantada donde se decía que la bruja Cyra tejía sus maleficios.

Armada de valor y de una espada forjada en luz de luna, Valora partió acompañada de su más fiel amigo, el caballero Darian. Darian, con su mirada serena y atenta, había prometido defender y seguir a la princesa en cualquier embate que la vida deseara presentarles.

El viaje estuvo lleno de desafíos y trampas mágicas, donde bestias de leyendas y letras ensortijadas les impedían el paso.

Cada prueba superada unía más a los viajeros, forjando una alianza inquebrantable en las llamas del peligro compartido.

Noche tras noche, al calor de la hoguera, Valora y Darian debatían sobre posibles formas de enfrentar a la bruja, sin darse cuenta de que su enemiga era mucho más astuta y poderosa de lo que sus historias jamás habían osado contar.

Al llegar a la torre, la puerta se abrió sin que mano alguna la tocara.

Cyra los esperaba, ataviada de sombras y sonrisas enigmáticas.

Las paredes se adornaban con espejos que mostraban no la realidad, sino los miedos más profundos de aquellos que osaban mirarse en ellos.

—Bienvenidos, Valora y Darian. Veo que el destino ha escrito una página audaz en las crónicas de este reino —dijo la bruja con voz de viento en caverna.— ¿Qué pretenden, sino, enfrentar a la oscuridad con una luz que apenas alcanza a iluminar sus propios corazones?

Valora, sin dejar que su voz titubeara, respondió con determinación:
—Hemos venido a poner fin a tus hechizos. Devuélvele al reino su prosperidad y retírate a los dominios que te vieron nacer.

La noche cayó sobre el encuentro como un manto pesado y silencioso.

La bruja Cyra esbozó una sonrisa y, con un gesto, invocó visiones de desesperanza. Valora y Darian se enfrentaron no solo a la realidad distorsionada por los espejos, sino también a la duda y al miedo que brotaba de sus propios corazones.

El caballero, con un esfuerzo sobrehumano, logró herir la vanidad de Cyra, cortando con su espada uno de los espejos maléficos, desatando un alarido que sacudió los cimientos de la torre.

Cyra, enfurecida, desplegó toda su magia en un duelo donde el espacio y el tiempo parecían retorcerse.

Valora, sosteniendo su espada con ambas manos, se movía con gracia y precisión, esquivando los hechizos y procurando encontrar un punto débil en su oponente.

Fue en un acto de puro coraje, cuando Valora alcanzó la esencia de la bruja con un toque certero de su hoja, que Cyra vaciló por primera vez.

El combate parecía eterno, pero la determinación de la princesa era férrea. La luz que emanaba de su espada crecía con cada golpe, con cada parada, con cada esquiva.

Era una danza mortal entre sombras y resplandor.

Finalmente, en un acto desesperado, Cyra reveló la fuente de su poder: un cristal oscuro latiendo con una energía funesta.

Darian, reconociendo la fuente de tanta desdicha, lanzó su escudo hacia el cristal.

La colisión liberó una onda de energía que barrió la oscuridad de la sala.

Valora, aprovechando el momento de vulnerabilidad de la bruja, clavó su espada en el fulcro del mal.

La torre tembló y las sombras huían despavoridas, como ratas abandonando un navío hundido.

Cyra, ahora despojada de su poder, mostraba una semblanza humana.

Con lágrimas en los ojos, confesó haber sido prisionera de las misma sombras que ella había dominado.

Reveló que una maldición la ataba al cristal y que solo mediante la superación de sus propios miedos, Valora había logrado liberarla.

Valora, con una sabiduría digna de los más sabios, comprendió que la verdadera iniquidad yacía en el temor al poder que todos guardan dentro.

Ofreció a Cyra la oportunidad de redimir sus pecados, ayudando a restaurar la prosperidad del reino con sus conocimientos de las antiguas artes.

El regreso a casa estuvo lleno de esperanza.

Cyra, en un gesto de gratitud, usó sus últimos vestigios de magia para enseñar a los ciudadanos del reino cómo protegerse de las fuerzas oscuras y cómo cultivar la bondad para prevenir futuros desastres.

Valora fue aclamada como la heroína que devolvió la luz y la paz.

Su nombre resonaba en canciones y leyendas, al punto que las dos lunas parecían brillar más fuerte en su honor.

Darian fue honrado como el caballero más valiente y leal, y su amistad con Valora se convirtió en el modelo para futuras generaciones.

El reino prosperó y las tierras volvieron a florecer bajo el gobierno sabio y justo de la princesa.

Cyra encontró un nuevo propósito en el servicio de aquellos a los que había dañado, y su conocimiento fue vital para prevenir más desgracias.

En el mismo corazón del reino, se construyó una academia donde magos y guerreros eran entrenados en la defensa contra las artes oscuras.

Los años pasaron y la princesa Valora gobernó con un equilibrio perfecto de gracia y tenacidad, con Darian siempre a su lado.

La bruja Cyra, librada de su pasado tenebroso, se convirtió en la protectora del reino y en la más grande aliada de la corona.

Y así, en las páginas del libro del tiempo, se inscribió una historia de valentía y superación.

Un cuento donde la oscuridad fue vencida no con fuerza bruta, sino con la fuerza de corazones audaces y compasivos.

La historia de Valora, Darian y Cyra fue relatada de generación en generación, siempre recordando que más allá de todo miedo y sombra, reside una luz esperando ser descubierta.

Moraleja del cuento «La princesa y la bruja»

En nuestro interior yacen la luz y las sombras, y solo a través de la valentía, la comprensión y el amor podemos desvelar la verdadera esencia de nuestro ser.

La superación de nuestros miedos es el camino hacia la libertad y la fuente de toda verdadera magia.

Abraham Cuentacuentos.

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