La aventura del pollito y la llave dorada que abría la puerta a la tierra de las maravillas

La aventura del pollito y la llave dorada que abría la puerta a la tierra de las maravillas

La aventura del pollito y la llave dorada que abría la puerta a la tierra de las maravillas

Había una vez, en un tranquilo y pintoresco pueblo llamado Altos del Sol, un pequeño pollito llamado Elio. Era un pollito amarillo con plumas sedosas como el algodón y unos ojos redondos y curiosos, siempre ávidos de explorar el mundo a su alrededor. Elio vivía en un corral, bajo el cuidado de una gallina amorosa y protectora, llamada Doña Clotilde.

Desde muy pequeño, Elio mostró un espíritu intrépido y soñador. Mientras otros pollitos jugaban y picoteaban el maíz despreocupadamente, Elio miraba más allá del corral, anhelando descubrir los misterios que escondía el vasto mundo exterior. Un día, entre los rumores de los otros animales del corral, escuchó una historia fascinante.

“Dicen que en el Bosque Encantado existe una llave dorada que puede abrir la puerta a la Tierra de las Maravillas,” murmuró Don Bartolomé, el gallo majestuoso con crestas rojas y plumas brillantes, mientras se pavoneaba con aire de sabiduría. “Es un lugar donde los sueños se hacen realidad y todo es posible.”

Intrigado, Elio decidió que debía encontrar esa llave dorada. Una mañana, con el resplandor del sol pintando de dorado el cielo, el pollito se escabulló del corral mientras Doña Clotilde dormía plácidamente. Se encaminó hacia el Bosque Encantado, guiado por su intuición y el deseo de vivir una aventura única.

El Bosque Encantado era un lugar enigmático y lleno de vida. Árboles altos como gigantes abrazaban el cielo, y sus hojas verdes susurraban secretos al viento. El suelo estaba alfombrado de flores de colores vivos, tan mágicas que parecían estar hechas de luz. En medio de este paisaje, Elio caminaba con determinación.

De repente, un crujido hizo que Elio se detuviera en seco. Frente a él apareció un zorro astuto llamado Zacarías. Sus ojos color ámbar brillaban con una mezcla de curiosidad y astucia mientras observaba al pequeño pollito.

“¿Y tú, qué haces por estos lares, pequeño?” preguntó Zacarías, inclinando la cabeza de lado y desplegando una sonrisa enigmática.

“Busco la llave dorada que abre la puerta a la Tierra de las Maravillas,” respondió Elio con valentía.

El zorro lo contempló por un momento antes de asentir lentamente. “Conozco la historia de esa llave. Pero el camino es largo y está lleno de peligros. Sin embargo, veo que tienes un corazón valiente. Te acompañaré,” dijo Zacarías, y sus palabras destilaban una sinceridad que tranquilizó al pollito.

Así, ambos emprendieron la búsqueda. A lo largo del camino, encontraron distintos personajes que enriquecieron su aventura. Se cruzaron con Margarita, una ardilla juguetona que les enseñó a trepar árboles para evitar a los cazadores. También conocieron a Don Anselmo, un viejo búho sabio que les contó que la llave dorada descansaba en una cueva al final del bosque, protegida por un quebrantahuesos gigante llamado Rufus.

Elio escuchaba con atención, su pequeña mente trabajando a toda marcha para planear una estrategia. “Podemos hablar con Rufus, explícale nuestra misión,” sugirió decidido.

Zacarías estaba de acuerdo, y juntos, se dirigieron a la temida cueva. El lugar era oscuro y emanaba un aire de misterio. La presencia de Rufus, con sus ojos penetrantes y su porte imponente, intimidaba a cualquiera. Sin embargo, Elio dio un paso adelante, con la cabeza alta y el corazón latiéndole con fuerza.

“Señor Rufus, venimos en busca de la llave dorada. Este es un deseo genuino de un pequeño pollito con grandes sueños,” explicó Zacarías, usando su tono más convincente.

Rufus los observó un largo rato antes de responder con una voz grave y resonante: “He protegido esta llave por mucho tiempo, pero si vuestro propósito es noble, os permitiré tomarla.”

Elio se adelantó y, con reverencia, tomó la llave dorada que relucía intensamente en la penumbra. “¡Gracias, señor Rufus! Prometo usarla sabiamente,” dijo con gratitud.

Con la llave en su poder, regresaron al claro del bosque donde se rumoreaba que estaba la puerta mágica. Allí, Elio pudo ver una puerta antigua cubierta de muchas enredaderas y flores resplandecientes. Inserto la llave dorada en la cerradura, y con un sonido melodioso, la puerta se abrió.

Más allá de la puerta, un paisaje de ensueño se desplegaba ante sus ojos. Había colinas verdes, ríos de cristal, y criaturas maravillosas que nunca antes había visto. Todo parecía formar parte de un cuento de hadas.

“Bienvenido a la Tierra de las Maravillas,” dijo Zacarías, sonriendo con satisfacción.

En este paraíso, Elio encontró todo lo que había soñado: aventuras sin fin, amigos leales, y un lugar donde podía ser él mismo sin temor. Agradeció en su corazón a todos los que le habían ayudado, sabiendo que su valentía y su bondad habían hecho posible este milagro.

Con el tiempo, Elio regresó al corral en Altos del Sol, llevando consigo no solo recuerdos, sino también la sabiduría y la felicidad que había encontrado. Doña Clotilde, al ver a su pollito regresar sano y salvo, lo rodeó con sus alas protectoras y sonrió con orgullo.

“Has crecido, Elio,” dijo con ternura. “Y tu corazón es tan grande como tus sueños.”

Elio supo que, aunque sus aventuras le habían llevado lejos, siempre tendría un hogar y una familia que lo esperaban con amor incondicional.

Y así, el pollito amarillo vivió feliz, recordando siempre que los sueños pueden hacerse realidad cuando se tiene la valentía de perseguirlos. La llave dorada no solo abrió la puerta a un mundo mágico, sino que también forjó amistades y lecciones inolvidables.

Moraleja del cuento «La aventura del pollito y la llave dorada que abría la puerta a la tierra de las maravillas»

La valentía y la bondad pueden abrir puertas a mundos maravillosos y cumplir nuestros sueños más profundos. No importa cuán pequeño seas, con un corazón valiente y buenos amigos, cualquier aventura es posible.

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