La gallina y la feria encantada en la granja de los mil colores

Breve resumen de la historia:

La gallina y la feria encantada en la granja de los mil colores En un rincón escondido de la campiña española, donde los prados brillan bajo un cielo eternamente azul, se extendía la Granja de los Mil Colores. En esta alegre finca convivían animales de mil especies, pero entre todos ellos, destacaba Rosalinda, una gallina…

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La gallina y la feria encantada en la granja de los mil colores

La gallina y la feria encantada en la granja de los mil colores

En un rincón escondido de la campiña española, donde los prados brillan bajo un cielo eternamente azul, se extendía la Granja de los Mil Colores. En esta alegre finca convivían animales de mil especies, pero entre todos ellos, destacaba Rosalinda, una gallina de plumaje dorado y brillante. Era conocida por su carácter curioso y valiente, además de su inquebrantable espíritu aventurero.

Rosalinda tenía su nido preferido en un rincón del granero, decorado con pedacitos de telas de colores y ramitas perfumadas. Sus ojos, grandes y expresivos, observaban con atención cada movimiento en la granja, siempre en busca de una nueva aventura.

Una tarde de primavera, mientras el sol se despedía depintando el cielo de tonos naranjas y rosas, Rosalinda escuchó rumores acerca de una feria encantada que aparecería en un claro del bosque cercano. «Mortales que se atreven a explorarla, encuentran no sólo diversión, sino también misterios», susurraban las hojas de los árboles en el viento. Decidida a descubrir su verdadero significado, Rosalinda se propuso ir y, para ello, reclutó a sus amigos: el gallo Pedro, cuyo canto matutino era célebre por su precisión, y el ratón Miguel, conocido por su sagacidad y valentía pese a su pequeño tamaño.

La noche en que partieron hacia el bosque, la luna llena les iluminaba el camino. «¿Estás segura de esto, Rosalinda?», preguntó Pedro, sus plumas reluciendo bajo la luz plateada. «No hay vuelta atrás ahora», respondió ella con firmeza, aunque su corazón latía con fuerza, impulsado por una mezcla de temor y emoción.

Caminaron sin descanso hasta que, al doblar una esquina cubierta por enredaderas, el bosque se abrió en un claro. Ante sus ojos sorprendidos apareció la feria encantada, adornada con luces de colores que danzaban en el aire como luciérnagas. Stands y carpas, de diferentes formas y tamaños, se distribuían en un caos aparente, pero con una armonía mórbida.

En el centro de la feria, un mago de túnica resplandeciente emitía destellos mágicos ante un público embelesado de criaturas fantásticas y animales de la granja. «Bienvenidos a la Feria de los Susurros», proclamó con una voz profunda y melodiosa. Pedro, Miguel y Rosalinda se adentraron en la multitud, fascinados por los diversos espectáculos y atracciones.

Pronto, la valiente gallina fue atraída por un stand adornado con espejos engañosos. «¡Mirad aquí!», exclamó emocionada, literalmente reflejándose en decenas de versiones de ella misma, todas ellas distorsionadas y extravagantes. «Es extraño y fascinante a la vez», comentó Miguel, explorando más a fondo.

En medio de su recorrido, encontraron una carpa que ofrecía predicciones sobre el futuro. Al entrar, la anciana pitonisa detrás de la mesa les recibió con una sonrisa enigmática. «Veo grandes dilemas, pero también alegrías interminables en vuestra senda», murmuró, observando fijamente a Rosalinda. «La clave reside en la armonía y la valentía.»

Con cada minuto que pasaban, descubrieron retos ingeniosos que ponían a prueba su ingenio y fuerza. «¡Por fin algo más que descansar!», bromeó Pedro, golpeando suavemente contra una pared oculta que reveló un pasaje secreto. Rosalinda sonrió ante la inesperada travesura.

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En una de las atracciones, una carrera de laberintos, nuestros amigos se encontraron con Héctor, una liebre arrogante y veloz. «Ninguna gallina me ha derrotado jamás», proclamó con una risa desdeñosa. Rosalinda aceptó el desafío, y usando su inteligencia más que su velocidad, logró superar cada obstáculo del laberinto, cortando camino con astucia y determinación.

«¡Lo lograste!», exclamó Miguel, aplaudiendo emocionado. Héctor, sorprendido y admirado por la habilidad de Rosalinda, se rindió ante su destreza. «Has ganado el respeto de esta feria», admitió la liebre, inclinándose.

Sin embargo, no todo era tan sencillo. Entre las sombras, un enigmático búho llamado Lucio observaba cada movimiento. «No todo es lo que parece en esta feria», susurró cuando se cruzaron con él. «Estad atentos, pues el verdadero misterio aún no se ha revelado.»

Esa noche, mientras las estrellas titilaban sobre ellos, la feria cobró vida propia con una energía magnética. Rosalinda, siguiendo la advertencia de Lucio, lideró a sus amigos hacia una gran esfera luminosa en el centro del claro. Allí descubrieron la Fuente de los Mil Deseos, cuyas aguas brillaban con colores prístinos.

«Dicen que esta fuente puede conceder un deseo a quienes actúan con nobleza y valentía», explicó Lucio, apareciendo de la oscuridad. “Pero solo un corazón puro puede liberar su verdadero poder.”

Rosalinda, Pedro y Miguel, unidos por sus aventuras y su amistad, cerraron los ojos y pidieron con fervor. Los colores de la fuente se intensificaron, expandiéndose en una explosión de luz que abrazó a la feria y llenó el claro con un resplandor cálido y sereno.

Al abrir los ojos, encontraron que la feria había cambiado. Las atracciones y los stands ahora emanaban una energía benigna, y los visitantes celebraban con risas y abrazos. El mago, desprendiéndose de su manto de misterio, les agradeció. «Habéis liberado el verdadero espíritu de la Feria de los Susurros. Ahora, este lugar será una fuente de alegría para todos.»

De vuelta en la granja, Rosalinda, Pedro y Miguel compartieron con orgullo su experiencia. «Lo importante es mantener la valentía y el deseo de descubrir cosas nuevas», reflexionó Rosalinda, acomodada en su nido. Pedro cantó para celebrar el regreso, mientras Miguel organizaba con entusiasmo una fiesta para todos los habitantes de la granja.

A partir de ese día, la Granja de los Mil Colores nunca volvió a ser la misma. Los animales, inspirados por el valor y la bondad de Rosalinda y sus amigos, vivieron en armonía y colaboración. Cada primavera, se hacía una peregrinación al claro del bosque, donde la feria encantada seguía brillando, transformada por la pureza de los deseos y la magia de los corazones valientes.

Moraleja del cuento «La gallina y la feria encantada en la granja de los mil colores»

En la vida, la valentía y la nobleza son las llaves que abren las puertas de los verdaderos tesoros. Con corazón puro y espíritu aventurero, los misterios más grandes pueden revelarse y transformar nuestro mundo en un lugar de alegría y armonía.

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